Aunque sólo constituye cerca del 2,5% del peso del cuerpo, el encéfalo recibe aproximadamente la sexta parte del gasto cardíaco y una quinta parte del oxígeno que consume el organismo en reposo. El aporte sanguíneo al encéfalo proviene de las arterias carótidas internas y vertebrales, cuyas ramas terminales se sitúan en el espacio subaracnoideo. El drenaje venoso desde el encéfalo se realiza a través de las venas cerebrales y cerebelosas que drenan en los senos venosos de la duramadre adyacentes.
ARTERIAS CARÓTIDAS INTERNAS
Las arterias carótidas internas se originan en el cuello a partir de las arterias
carótidas comunes . La porción cervical de cada arteria asciende
verticalmente a través del cuello, sin ramificarse hasta la base del cráneo. Penetra en
la cavidad cra-neal a través del conducto carotídeo en la porción petrosa del hueso
temporal. El curso intracraneal de la arteria carótida interna. Además de la arteria
carótida interna, el conducto carotídeo contiene plexos venosos y plexos carotídeos de
nervios simpáticos La arteria carótida interna discurre anteriormente a
través del seno cavernoso, con el nervio abducens (NC VI) y en estrecha proximidad
con los nervios oculomotor (NC III) y troclear (NC IV), que cursan en el surco
carotídeo sobre el lado del cuerpo del esfenoides). Las ramas
terminales de la arteria carótida interna son las arterias cerebrales anterior y media .
Clínicamente, las arterias carótidas internas y sus ramas se conocen a menudo
como circulación anterior del encéfalo. Las arterias cerebrales anteriores se conectan
entre sí mediante la arteria comunicante anterior. Cerca de su terminación, las
arterias carótidas internas se unen a las arterias cerebrales posteriores mediante las
arterias comunicantes posteriores, lo que completa el círculo arterial del cerebro
alrededor de la fosa interpeduncular, la depresión profunda situada sobre la cara.
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